ABEJARUCOS

Seguro que has escuchado alguna vez la expresión «tienes la cabeza llena de pájaros» normalmente asociada a lo irreal, dirigida a personas que fantasean o persiguen sueños supuestamente irrealizables. Por suerte, aún no hay ninguna tasa establecida sobre los sueños y las fantasías y los espacios abiertos en Extremadura, salvo excepciones, siguen sin puertas ofreciendo «grandes ventanales» que te invitan a observar sin la premura del reloj los instantes que te regala la naturaleza.

Hablando de pájaros y de sueños… si quieres olvidarte por un tiempo de la pauta que te impone el reloj de lo cotidiano, has de probar a salir de mañana en busca de esos arcoíris con alas que cada año por el mes de abril regresan a las tierras extremeñas, haciendo un largo viaje desde el África austral y tropical, donde se instalan para pasar la temporada invernal. Me refiero al Abejaruco y sus extravagantes colores que parecen anunciar la primavera. Son aves vistosas que nos regalan su presencia durante los meses estivales.

Ese día elegí las riberas del Zújar. En julio, es un lugar donde los 40º se suavizan con la brisa del río, y siempre encuentras algún espacio a la sombra para poder montar el chiringuito de camuflaje y disfrutar un buen rato haciendo fotografías, o simplemente observando sus rituales de ceba y sus trasiegos y piruetas acrobáticas en el viento, a la caza y captura de insectos.

Cuando reposan erguidos en alguna rama, sus imágenes coloristas te hacen apreciar inmediatamente la belleza de éste extraordinario migrante volador. Te aseguro que colocarlo en el visor de la cámara o de los prismáticos, te proporcionará una agradable sorpresa.

Las primeros momentos del día en el entorno del río Zújar, te ofrecen instantes y sensaciones que parecen detener el tiempo, al observar ese juego de luces y agua en un baile de reflejos de mil colores. Más tarde, cuando la mañana se despoja del pijama dando paso a mayores contrastes, la banda sonora la componen los silbidos guturales de los abejarucos acompasados por «los agudos clarinetes» de los vencejos, que comparten colonia en el talud de arena donde estos excavadores realizan sus nidos. No falta el paso fugaz con gritos metálicos, de algún martín pescador dirigiéndose hacia sus posaderos de pesca, o el vuelo de milanos que marcan sus siluetas oscuras sobre el sol, contrastando con el planear tranquilo de las cigüeñas.

Poco a poco vas viendo llegar a los posaderos, a los cazadores de colores, portando insectos de todas las clases. Su dieta son libélulas, mariposas, abejas, escarabajos, saltamontes, que entregan una y otra vez a las crías, que reclaman su sustento desde lo más profundo de los nidos.

Ya sé que hay que tener pájaros en la cabeza y algo de paciencia, para meterse en un chiringuito de tela de metro por metro, a esperar la ruidosa llegada de los abejarucos, pero el resultado siempre merece la pena. Os dejo una galería de imágenes para que entendáis mejor lo que digo.

Imágenes

Abejarucos
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